Cuando la biopolítica ha devenido un factor clave del gobierno de la población, las formas de resistencia política —como ya advirtió el mismo Foucault— tienden a transformar sus métodos y sus enfoques. De esta forma, la ética aplicada a la acción social, psico-educativa y socio-sanitaria también debería contemplarse y dirigirse hacia una práctica crítica, subversiva y situacionista de resistencia política.